martes, 29 de mayo de 2007

The Sacred Silence and Spiritual Growth

As you've probably already gathered, I'm recovering a few articles from my old journals and posting them here.

This one is from the days studying Shaolin as a white belt in Mexico (2001).


EL SILENCIO SAGRADO Y EL CRECIMIENTO ESPIRITUAL
Pa Si Tai Sergio (Garuda) Guillén

"El silencio de los manifestantes no era ya una simple carencia de voces, sino algo mucho mas profundo. Era la plena realización de una proeza que si es difícil lograr individualmente, lo es aún mucho más colectivamente: la conquista del silencio interior, el único que permite al ser humano establecer comunicación consigo mismo y con su Creador."
Antonio Velasco Piña, Regina.

Recuerdo como si fuera hoy mi primer regalo de silencio consciente. Fue hace siete años, con la visita de Mikistly, hombre de medicina y de conocimiento, guía para ese momento, y hombre igualmente con sus cien mil cosas que resolver y trabajar todavía.

Habíamos reunido un grupo de hombres, con edades entre los 11 y los 50. Un grupo bastante heterogéneo, pero aún así un grupo de seres afines en ese momento, con búsquedas y preocupaciones comunes. Comenzamos a caminar por entre potreros y cercas, y frente a uno que otro toro de mirada desafiante, hasta lo alto de una colina.

El camino estaba rodeado de piedras enormes, de esas que con una sola mirada se sabe que ocultan la historia sagrada, y aún oculta, de aquellos cerros de Iskatzu. Seguramente como anclas que fijan en su lugar el destino de un pueblo que con demasiada frecuencia se olvida de ser digno de sí mismo.

Mikistly propuso que la marcha fuera en silencio. Todos aceptamos la sugerencia, al principio mas como una curiosidad (una "corronguera") que otra cosa. Con el paso del sol, el viento y el ascenso en espiral por los senderos de jinetes, el silencio fue cobrando vida propia. Hasta Javier, que estuvo paralizado por la mirada desafiante de un toro por cerca de veinte minutos, se las agenció para pedir ayuda sin pronunciar palabra.

Al llegar a la cima, el sabor particular de por un lado, no querer soltar ya nunca más este silencio, y por otra parte sentir a flor de piel verdades mucho más elevadas que el cuchicheo habitual de la mente, y querer compartirlas, le dio una doble textura a nuestra experiencia.

Al final del día, Mikistly compartió con nosotros sensación muy personal: "Hoy recibí de nuevo un regalo que había perdido hace mucho tiempo." Al preguntarle a qué se refería, agregó: "Hoy me fue regresado mi silencio."

Con la arrongancia acostumbrada del "domingo siete" me acuerdo como hoy que le respondí "No, pues eso te lo hubiera podido regalar yo hace tiempos, con solo que me hubieras dicho que lo estabas buscando." Recuerdo con cariño que se lo dije pensando en los cuatro años que viví en Canadá, mientras sacaba mi carrera, frecuentemente solo, generalmente abstraído en mis pensamientos aún cuando no estaba solo.

En esos tiempos, no había conocido todavía la diferencia entre la soledad circunstancial "porque no hay de otra" y la soledad que se procura conscientemente para cultivar el alma. Las dos son regalos, pero el grado de consciencia es diferente. También me era desconocida la diferencia entre el silencio interno y consciente, y el silencio somnoliento, de cuando se tiene cerrada la boca, pero por dentro se le sigue echando fardos al lomo de la mente.

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Un salto cuántico, siete años después. Un entrenamiento en el Desierto de los Leones, con quesadillas incluidas. La palabra clave, el recipiente vacío. Un momento para vivir en el presente.

Por supuesto, la mente juegra trampas. El recipiente vacío me alcanzó hasta el tiempo de pelear con los palos. Para entonces, ya mi ego estaba demasiado inquieto por asumir de nuevo las riendas del "changarro".

Si lo miro ahora, tiene como un efecto hasta de viaje astral, el yo Zen se sale del cuerpo, y su lugar pasa a ser ocupado por el burrito de los fardos. Tan ocupado pensando en las tecnicas de Jo de Aikido que no puedo vivir el presente ni mantener la conección con el bastón del Shaolín, y por supuesto, sin hacer ninguna de las cosas bien.

A la subida de la cuesta, pongo un segundo la mano en el hombro de mi tutora, para agradecerle la lección aprendida. Lección más sobre el ego que sobre el palo. Lo cual por supuesto, cierra el ciclo perfectamente, porque al ego hay que darle bastante palo!

En fin, como estamos tan llenos de egos y de proyecciones, la mente no se queda satisfecha con el gesto, tiene que meter una palabra de más, un "gracias". Porque los gestos, para la mente, son demasiado ambiguos y hay que fijarles su interpretación adecuada.

Y de ahí sale la verdadera ofensa contra el alma, la querer editarla, y no confiar en que el alma puede hacerse cargo de sí misma, y que tiene su propio espacio sagrado; el cual podemos tocar mas facilmente si logramos ir más allá de las palabras.

La Condesa, 4 de Abril del 2001.

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